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viernes, 13 de marzo de 2009

La vía crucis de CARGAR INSTRUMENTOS

Desde que nos convertimos en músicos y hasta ahora, siempre vamos con entusiasmo a nuestros tacadas, pero hay una responsabilidad que no nos agrada y es la de CARGAR LOS INSTRUMENTOS, estar en ese trajín de armar y desarmar los instrumentos del cuarto de ensayo es cansador y agobiante, personalmente la primera vez vi los instrumentos regados por el suelo, pensé y dije: “¡que grave será cargar!”

Algunas veces nos preguntan ¿Por qué, si es bonito hacer música?. Aag! Llevar los instrumentos es una vía crucis, primero desarmar, cargar, llevar al taxi, armar, tocar, desarmar, y luego nuevamente llevar al cuarto de ensayos, solo los músicos realmente dedicados lo pueden hacer (y los hay).

En nuestro medio, cada grupo tiene que llevar sus instrumentos a lugar donde tocaran, a excepción de algunos pubs (que son raros)que ya tienen instrumentos instalados, claro que algunos músicos tienen cierto recelo para tocar instrumento ajeno, así que, ¡a llevar todo!, cualquier persona diría “¿que se creen estos?, ¿estrellas?”. Yo diría que son gajes del oficio.

Si el boliche tiene su propio equipo de sonido se hace la carga más ligera pero si no la tienen, se suma a la carga pesada del equipo de sonido, así que se pone la cosa color de hormiga, aparte que el dueño del local, no pone ni un peso para el alquiler del sonido ni para el taxi (es injusto no? Tema aparte).

Estando acostumbrados al trajín de llevar y traer, entre compañeros nos ayudamos, y vemos la formar más rápida y segura de llevar, todos cooperamos, mmm bueno casi todos, siempre hay el comodón del grupo que no quiere alzar nada y anda escogiendo los bultos más ligeros.

Otro punto neurálgico, son los taxistas, otra peripecia a la cual tenemos que estar preparados, los chóferes de taxi cuando nos ven con todo el equipo de instrumentos apilados en la acera y cuatro tipos greñudos y desesperados por llegar a su destino, lo que hacen algunos taxistas es escapar lo más antes posible del lugar o esquivarnos antes de que alguien de esos cuatro greñudos levante la mano para la parada.

Cuando logramos por fin encontrar un taxi (que tiene que ser una vagoneta doble cabina y espacioso, mejor si tiene parrilla) nos ponemos pues a acomodar los instrumentos, nos convertimos prácticamente en expertos en tetris, cada amplificador y/o parlante tiene que encajar perfectamente, las bolsas de fierros acomodados a los costados, la batería apilada al lado de los pedestales y guitarras a la mano. Uf! ya no entra nada, y generalmente queda solo hay espacio para 3 integrantes, bueno alguien tendrá que ir a pie o ir en otra movilidad de la cual se logra una riña para ver quien será el desafortunado de la caminata.

En el trayecto puede pasar de todo, se va conversando con el taxista que a veces nos cuenta algunas anécdotas de lo que le paso con otros músicos que llevo anteriormente, vamos intercambiando opiniones y obviamente risas de por medio para ser ameno el viaje. Como dije pasa de todo, que nos atrape la congestión de la urbe, es una de ellas, una trancadera que nos pone a todos de punta, porque ya son las 9 de la noche y se nos hace tarde, alguien siempre refunfuña y dice: “pucha! a este paso haremos la prueba de sonido a las 10”.

Media hora en la trancadera esperando, pasa que a veces el boliche queda al frente de nosotros y en contra ruta, ¡diablos! ¿qué hacemos?, ¿o descargamos aquí?, ¿o esperamos? Toda pregunta puede pasar por nuestra mente en ese momento, hasta que, el súper taxista (si lo es) puede hacer algunas peripecias y encuentrar por unas callejuelas la forma de llegar a la puerta del boliche. Si llega a hacerlo, es nuestro ¡ídolo!.

Soportando los bocinazos en medio de la descarga, dos horas después de la hora fijada para la llegada y después de subir dos pisos, nos disponemos, otra vez (valga la redundancia), a armar el escenario. Al fin tocaremos, es nuestra noche!.

Ya llegando a las 3 de la mañana, cansados, con tragos y fans encima y del reventón de la tocada (¡eso si es vida!), pues hacemos la misma rutina, desarmar, cargar y esperar que algún taxista se apiade de nosotros para volver al cuarto de ensayos, “caramba no vuelvo a tocar” ó “ya estamos viejos para esto” nos repetimos alguna vez.

Pues quien dijo que ser músico es fácil, no solo es sexo, drogas y rock and roll, claro que no!, también tenemos nuestro lado sufrido, CARGAR INSTRUMENTOS. ¿Tienen algún vecino o amigo músico? Obsérvenlo y verán que va todo lado cargando su instrumento, así que valoren a sus bandas favoritas que hacen lo imposible para llevarles la buena música directo a ustedes. Hellion